lunes, 23 de septiembre de 2013

Bibliotecas Populares: el valor de esos espacios hechos de historias

“Siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de Biblioteca”. Así, el gran Jorge Luis Borges condensa la esencia de estos espacios inabarcables de lecturas, búsquedas y curiosidades. ¿Cómo entender a las Bibliotecas Populares sino como lugares esperanzadores, enigmáticos y sublimes?
Hoy, 23 de septiembre, tenemos un motivo para sumergirnos en este mundo. En 1990, se estableció esta fecha como el Día de las Bibliotecas Populares en recuerdo de la promulgación de la Ley 419, creada en 1870 e impulsada por Domingo F. Sarmiento. En ese entonces, se fundó la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares con el objetivo de fomentar la creación y amparo de estas instituciones educativo-culturales a lo largo de la República Argentina.

Casi 150 años después, el valor de las Bibliotecas Populares sigue siendo inconmensurable. En ellas habita la vocación solidaria, ya que estas asociaciones civiles autónomas son generalmente creadas por iniciativa de vecinos de una localidad o barrio y sostenidas por sus socios. Son espacios de puertas abiertas, por lo que no imprimen restricciones culturales, sociales o intelectuales. Y por sobre todas las cosas, son lugares excepcionales para el acceso y el disfrute de un acto tan enriquecedor como lo es la lectura.

En nuestro país, existen más de 2000 espacios de educación y recreación sociocultural. La Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación, ofrece un directorio virtual en el cual consultar la ubicación de todos los establecimientos del país. Si deseás averiguar qué Biblioteca espera por vos, podés descubrirlo en este link.


Las Bibliotecas son un bastión de fortaleza espiritual e intelectual para quienes estamos hechos de historias y compartimos un legado común. Imaginar y explorar está al alcance de nuestras manos. Sólo basta zambullirnos en estos espacios para apropiarnos de los símbolos que ahí se esconden y que aguardan nuestra resignificación. 


Por Ailin Lennard

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