En la base de las siguientes reflexiones
se encuentra la premisa de que los docentes deben tener un sueldo digno porque
eso también es luchar por una educación pública de calidad. Sin embargo…
Un niño de una familia de clase media
(alta) que va a una escuela privada. Comenzó las clases; se reencontró con sus
amigos; descubre un nuevo idioma; practica deportes…Está aprendiendo.
Un niño de una familia de clase media
(baja) que va a una escuela pública. ¿Qué está haciendo ahora? ¿Dónde está? ¿Con
quién está? ¿Cómo hacen sus padres para ir a trabajar?...Está esperando.
Me pregunto, me contesto y me vuelvo a
preguntar (¿eso es pensar?)
¿Los reclamos son justos? Si, pero ¿hasta
dónde llega la legitimidad del mismo cuando esa práctica acrecienta la
diferencia de oportunidades con las que conviven los niños dependiendo su
posición social?
¿Los maestros tienen derecho a reclamar?
Por supuesto, pero como reclaman los chicos para que los adultos (todos los
adultos: Estado y colectivo docente) se den cuenta que el no ir a la escuela
hoy puede ser una diferencia/desventaja para mañana.
Hoy la pelea es sólo por los sueldos. ¿Cuándo
empieza la discusión por: la calidad, el trabajo docente, la participación de
los alumnos, el estado de los edificios? (pienso: ¿sonarán igual de fuerte los
reclamos cuando sean estos temas los que estén en la mesa de negociaciones?)
Por Ileana Alonso
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