Pasó marzo. Pasó el
“el día” de la mujer. Pasó “el mes” de la mujer. ¿Pasó “la vida” de la mujer?
Desde tiempos remotos,
la mujer ha querido desde lo más profundo de su ser alcanzar sus sueños y sus
metas. Claro que en la antigüedad esto no era posible y también existieron
mujeres que quizá jamás se lo plantearon.
Muchas mujeres han
creído, por qué no, que “ser mujer” era cumplir con todo lo que se esperaba de
ellas: ser madres, cuidar a los hijos, cuidar al marido y cuidar la casa, sin
dejar de mencionar los típicos y vacíos quehaceres “lavar, planchar y cocinar”.
Pero esa creencia heredada social y culturalmente poco a poco está
desapareciendo: podemos decir que hemos evolucionado como sociedad, y si bien
aún hay mucho por hacer, hoy también podemos agregar: ser independientes, ser
profesionales, viajar, sociabilizar, autorrealizarse y ¡ser feliz!
Según Walter Hugo
Ghedin en su libro “Amores ansiosos y
otras cuestiones del amor”, las mujeres necesitaron romper con la opresión
del patriarcado para establecer sus propias reglas de la feminidad creando una
construcción del género desde su propia subjetividad e intereses.
En este mes, en el
cual celebramos la existencia, los logros y las virtudes de todas las mujeres en
el mundo, Proyecto Pura Vida entrevistó a una mujer que nos brindó su
perspectiva sobre el tema: Lic. Daniela Misrahi, Licenciada en Psicología
(UBA).
Compartimos con
ustedes la entrevista:
¿Cómo
es hoy en día el rol de la mujer dentro de la sociedad?
Actualmente,
el rol de la mujer ha evolucionado notoriamente. En la antigüedad, la función
de la mujer se acotaba a la realización de las tareas domésticas, incluyendo el
cuidado de los niños, sin tener la posibilidad de acceder a un puesto laboral
remunerado. En el caso de las familias más pobres, la necesidad económica ha
llevado a la mujer a trabajar fuera de casa, aunque dichos trabajos han sido de
menor prestigio que el de los hombres. Así, las mujeres que no se veían en la
necesidad de trabajar, se asociaban al imaginario de mayor riqueza familiar.
Hoy
en día, la mujer tiene acceso a carreras profesionales y a trabajos semejantes a los de los hombres en la
mayoría de las sociedades. La mujer puede ser inclusive el sostén económico de
la familia, presentar altos cargos en organizaciones y a nivel político.
De
todas formas, pese a la clara mejoría de su protagonismo, son varias las
mujeres que aún encarnan situaciones de sumisión, soportando hechos violentos y
discriminatorios, que las asemeja a las mujeres de la Edad Media. Hay que
seguir aportando, desde cada uno de nosotros, con nuestra labor profesional y
rol ciudadano, para que la mujer se informe y pierda el miedo a salir de ese
lugar de vulnerabilidad.
¿Consideras
que actualmente todavía existen diferencias sociales, económicas o
profesionales según el género?
A
pesar de que el protagonismo de la mujer es cada vez mayor en la actualidad, en
el mercado laboral de los países desarrollados se observa una acusada
segregación ocupacional y a la vez importantes desigualdades salariales entre
hombres y mujeres. De acuerdo a la bibliografía que hace referencia a esta
extensa temática, las consecuencias de estas diferencias laborales se
manifiestan a todos los niveles: económico, social, laboral, familiar, de
salud, etc., quedando las mujeres en situación de desventaja.
¿Qué
le sugerirías a una mujer que quiere progresar pero que tal vez tiene miedo al
impacto que puedan tener sus acciones?
El
miedo tiene dos vetas: puede ser protector, o puede ser un serio motor para la
paralización. El miedo a avanzar, a crecer, a romper con viejas estructuras
para acceder a nuevas oportunidades profundiza el anclarse en el mismo lugar.
En mi consultorio atiendo con frecuencia mujeres que temen el enfrentarse al
desempeño de roles dentro de lo profesional, académico, político, etc., por
temor a no poder, a la evaluación negativa del otro.
Habituadas
a que sea el hombre el “dador” de bienestar económico, a sentir que “sólo Él
sabe”, se han menospreciado, apagando sus potencialidades.
Sugiero,
en tales casos, que la mujer se responsabilice por lo que siente y haga algo al
respecto, como ser iniciar un proceso psicoterapéutico para que se destrabe
este circuito paralizante y así avanzar hacia un terreno de autorrealización.
Lic. Daniela Misrahi,
Licenciada en Psicología (UBA). M.N.: 32684.
Es especialista en
Psicología Clínica de Adultos, título obtenido en el Hospital de Clínicas José
de San Martín. Presenta posgrados en adicciones, trastornos de ansiedad y
fobias, y en terapia familiar. Estos últimos títulos obtenidos en la Escuela
Sistémica Argentina.
Actualmente, cursa un
Master en Terapia Cognitivo Conductual, en la Fundación Aiglé.
Se ha dedicado a la
docencia de en la Facultad de Psicología y en la Facultad de Medicina (UBA).
Atiende pacientes en
su consultorio privado.
Por Johanna De Luca
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