En la orilla de un nuevo año estamos. Depositando esperanzas en el 2014, anhelando que este año sea mejor que el que despedimos. Confiando que este será nuestro año, que viviremos momentos increíbles, que algo oculto y secreto nos está esperando, que entre todos podemos lograr un mundo mejor. Una suerte de preludio, donde anticipamos con fervor y seguridad todo lo que vendrá o mejor dicho lo que deseamos que venga -y me incluyo-. Sin embargo, tengo la sospecha de que estos deseos se desvanecen momentos después de un brindis, unas vacaciones o cuando todo vuelve a su marcha habitual.
Desear buenos augurios es la representación de que aspiramos a otra cosa, y eso no se cuestiona. Como personas pretendemos evolucionar en todos los aspectos de la vida. Curiosamente a nivel social a veces estamos un paso atrás. La mayoría de la gente reacciona igual: “Es muy poco lo que yo puedo hacer” o “¿Qué voy a hacer desde mi lugar?”. Me consta, porque he escuchado esa frase muchas veces, en esas conversaciones en las que solemos quejarnos de tantas cosas. Y siempre pienso que hay en nosotros un poder olvidado.
Todos ocupamos un lugar en el mundo, sin excepción. En 40 centímetros cuadrados somos influyentes. ¿Qué significa influyentes? Que si hacemos algo distinto de lo habitual algo cambiará, así sea nada más que en esos 40 centímetros. Pero si diez personas hacen lo mismo ya son cuatro metros y si lo hacen 100 son 40 metros. El mundo mejora o empeora desde nosotros, desde nuestras actitudes. Es erróneo esperar que cambien las cosas para estar mejor. Se trata de actuar mejor para que las cosas cambien.

Por Sofi Sanz.
PORQUE AMO A LAS PERSONAS,
ResponderEliminarES QUE TENGO UN PROYECTO DE VIDA
ALFREDO SANCHEZ ZAMUDIO