Hace unas semanas, a través de nuestro Facebook, recibimos un mensaje privado que nos llegó al alma. En ese mensaje, ella nos agradecía a nosotros por nuestra tarea y nos explicaba brevemente sus motivos por tanta gratitud...
Luego de intercambiar varios mensajes, nos dimos cuenta que su historia de vida podía servir de ayuda para muchas otras niñas, niños, personas que estuvieran atravesando su misma situación...
Ella tenía la necesidad de expresarse y compartirlo... y sin dudas, su historia, merece ser escuchada!
(Por obvias razones, Silvina será solo Silvina sin apellido)
SILVINA, UNA NIÑEZ EN MEDIO DE GOLPES…
Silvina tiene 22 años.
Nació y vive en Rosario. Desde chiquita, soportó los ataques
violentos de sus padres que le dejaron marcas en la piel y heridas en
el alma. Pero no cedió. Afirma que se “reeducó” y un día logró
plantar su decisión: desligarse de su familia. Excepto de su
hermana. Con ella vive actualmente, y juntas, lograron formar ese
núcleo familiar con contención y cariño que no tuvieron en su
infancia.
Ella se animó a hablar
con Pura Vida. Al contrario de muchas mujeres, que por miedo o
vergüenza prefieren esconder su pasado (o su presente) como víctima
de la violencia, Silvina cuenta su historia convencida que socializar
y compartir este tipo de testimonios, puede convertirse en una
reflexión para otras personas que atraviesan situaciones similares.
Desde pequeña, vio cómo
su papá golpeaba a su madre. “Él era alcohólico. Nunca vi un
estudio neurológico de mi papá, pero tenía una personalidad muy
nerviosa, y por eso se volvía violento”, comienza a contarnos
Silvina. “Le pegaba a mamá, incluso cuando yo estaba en los brazos
de ella”. Después, los golpes también se hicieron extensivos a
ella, y a su hermana, que por entonces tenía dos o tres años de
edad. “Para él, pegar era una rutina”, dice.
“Era constante el daño
psicológico. Nos decían que no servíamos para nada, que no
deberíamos haber nacido, que nunca íbamos a lograr nada. Yo,
adentro mío, sabía perfectamente que nada de eso que me decían era
verdad. Por eso, me propuse reeducarme. Que ellos dijeran lo que
quisieran, pero comenzar a armar una vida fuera de eso, por mi
cuenta”, explica Silvina.
Mientras tanto, los
golpes e insulto no cesaron. Al contrario, su madre, también comenzó
a pegarles y a maltratarlas.
Un nuevo rumbo
A los 18 años, Silvina
decidió desligarse de su familia, e irse de su casa. Sus padres,
están separados desde hace 12 años, y ambos han formado nuevas
parejas. “Mi hermana se quedó con mamá, y luego se fue a vivir
con mi papá. Quizás por comodidad, se acostumbró a los gritos y
golpes. Pero traté de que entienda que eso no está bien. Y hace 2
años está viviendo conmigo”. Ambas, se hospedan en una pensión y
si bien el dinero a veces se vuelve escaso, Silvina se convenció que
es la mejor forma de vida para las dos.
El contacto con sus
padres no se ha cortado. “Con mi mamá podemos estar poco, ella
misma nos dice que está siempre tranquila, pero que vernos la
altera. Y con mi papá, como él tiene una buena posición económica,
me veo una vez por semana, porque nos tira unos mangos. De todos
modos, más de 15 minutos juntos no podemos estar. Por cualquier
cosa, discute, se enfurece, y se pone violento”.
El arte, la vía de
escape
Silvina es escritora y
actriz de teatro. Precisamente a través del arte canalizó su
angustia y su impotencia ante la violencia. “A los 18, escribí un
libro autobiográfico, que también puede considerarse de autoayuda:
reflexiona acerca de cómo los demás, tu entorno, puede convencerte
de que sos una oruga, cuando en realidad, ya sos mariposa”.
Actualmente, está dando
vida a un nuevo libro: una novela de terror, basada en el golpe de
estado de 1976. Por cuestiones económicas, aún no ha podido
publicar sus obras. Por otra parte, también realiza guiones de
cortometrajes cómicos, y escribe monólogos de teatro.
Las fallas de la
Justicia
“La mayoría de las
personas que es víctima de violencia no denuncia su situación por
miedo. Cuando era chica mis papás me amenazaban diciendo que me iban
a internar, a meter en un reformatorio…”, explica Silvina.
Además, nos cuenta que en una ocasión intentó denunciar a su madre
después de una golpiza, pero en la comisaría le dijeron que las
pruebas debían ser contundentes. “Tenés que ir destrozada”,
dice ella.
En otra oportunidad, ante
un brote violento de su mamá, ella intentó defenderse, y lo hizo.
Entonces, su madre la denunció, pero por cuestiones de lazo de
sangre (y además Silvina era menor de edad), la denuncia no era
factible. El caso llegó hasta Tribunales. “El psiquiatra nunca me
hizo estudios de nada, y sin embargo, me dio unas pastillas que jamás
tomé. Yo tenía marcas en el cuerpo, pero mi mamá dijo que eran
porque yo había iniciado a golpearla y ella sólo se defendió”.
De esta forma, queda en claro que en materia legal todavía existen
hondas falencias en cuanto violencia familiar. “La Justicia no
existe”, dice Silvina.
Una salida, al final de todo
“Yo vivo de frases, y
siempre digo ‘lo que no mata, fortalece’. Siempre hay una salida.
Hay que buscar el lado positivo, por más que el mundo alrededor se
esté cayendo. De todo aprendemos.”.
Por último, Silvina deja
un mensaje para quienes, como ella, hayan sufrido o sufran violencia
en cualquiera de sus formas, sea física o verbal. “Que pidan
ayuda. Y que intenten cambiar su situación. Es muy fácil reflejarse
en lo que otra persona nos dice que somos. Lo importante es meternos
adentro de nosotros mismos y preguntarnos qué nos está pasando y
qué queremos realmente”.
por Clara Trillini
por Clara Trillini
Silvi, te quiero mucho! Siempre te lo digo: admiro tu valentia, tu fortaleza y tu voluntad de salir adelante. A pesar de todas esas oscuridades del pasado, vos miras adelante siempre llena de luz y optimismo. Estoy segura de que la vida te regalará ese futuro brillante que te merecés. Besos, tu amiga de siempre!
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