#PuraVidaVerde
La transmisión del amor a la naturaleza y la enseñanza de
las prácticas y hábitos necesarios para cuidarla, constituyen el gran aporte de
las distintas organizaciones e iniciativas a favor del cuidado del
medioambiente.
La Huerta Educativa y Ecológica de la Ribera suma su granito
de arena a esta causa. Se trata de un proyecto que comenzó hace aproximadamente
cuatro años en el bajo de San Isidro, localizado a aproximadamente 25 kilometros al norte del Obelisco, en la Ciudad de Buenos Aires. Es un espacio abierto al público en el
que se reparten semillas y las personas pueden acercarse a “meter mano en la
tierra” y llevarse una jornada de aprendizaje. Funciona en un pequeño terreno
cedido por la Fundación Lory Barra, dedicada a la enseñanza de mecánica
automotriz, y cuenta con el apoyo del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) en la provisión de semillas y
difusión de actividades. Sin embargo, el lugar se mantiene con la pasión y
dedicación del voluntariado que, a través de distintas labores, busca prosperar
a pesar de las dificultades como el clima, la tierra arcillosa o la falta de
electricidad para cortar la vegetación espontánea, entre otras.
Actualmente, y desde hace tres meses, se están llevando a cabo
talleres semanales en coordinación con Querubines, una ONG que ayuda a niños con derechos vulnerados y que tiene dos hogares. La Ribera recibe a
chicos que estan en los hogares de Querubines, de 8 a 11 años que no cuentan con la contención de los padres por lo
que el objetivo es tratar de organizar actividades de entretenimiento,
compartir una merienda y, además, aprender nociones de la agricultura orgánica.
Yael Tachdjian, Promotora de Huerta Agroecológica y voluntaria hace dos años en
esta experiencia, explica que su tarea consiste en enseñar el proceso de una
huerta “desde germinar, regar, plantar, trasplantar, repicar (separar los
plantines), trabajar la tierra y prepararla para que esa planta tenga los
medios aptos para crecer”. Los pequeños pueden llevarse semillas y aplicar lo
que aprenden sembrando en el pequeño patio del hogar.
En estas visitas los niños pueden tomar conciencia de las
pequeñas acciones que debemos realizar para cuidar el medioambiente. Yael
comenta que en los talleres focalizan en “la alimentación saludable, el cuidado
del agua, el respeto a la tierra y que entiendan el ciclo natural de vida. Eso
se entiende bastante a través del compost…”. La práctica de compostar es
posterior a la separación de los residuos en objetos reciclables y no
reciclables. Lo que se intenta demostrar es que los desechos orgánicos pueden
ser reutilizados, una vez terminada su descomposición, como un abono natural en
la tierra.
Para lo queda del año, planean realizar una huerta abierta
en primavera. En esta actividad se reparten semillas y se propone a los vecinos
la colaboración con alguna tarea. Además, posiblemente se lleve a cabo un
taller de separación de residuos y reciclaje con apoyo de la Municipalidad de
San Isidro.
Visibilizar la labor de los voluntarios de la Huerta Educativa y Ecológica de la Ribera nos hace valorar la importancia de sus
esfuerzos por brindar el conocimiento para trabajar la tierra, promover valores
ecológicos y de conservación del entorno ambiental y mostrar las herramientas
para alcanzar una alimentación saludable y sustentable a través de actividades
educativas y de entretenimiento. De esta manera consiguen la mejor de las
cosechas posibles: la sonrisa de los chicos.
**
Fotos cortesia de Huerta La Ribera
Por Alfredo Recalde para Proyecto Pura Vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario