En nuestro país existen varias asignaturas pendientes en
materia de la lucha contra la desigualdad y una de ellas es la ley de talles de
indumentaria. Con este precepto, se busca un sistema que se adapte a todos los
cuerpos de los argentinos, que existan prendas de todos esos talles y que se
incorporen criterios de obligatoriedad para comerciantes y fabricantes. Se
había avanzado con un proyecto de ley nacional en 2013 que nunca se trató en la
Cámara de Diputados, hasta que finalmente en marzo de este año, obtuvo media
sanción.
La situación actual de la legislación se caracteriza por
tener una falta de viabilidad preocupante. Al estar implementada por gobiernos
provinciales y municipales, la ley cambia dependiendo la provincia o ciudad,
convirtiendo en casi imposible que una marca pueda cumplir con todas las
condiciones diferentes alrededor del país, y es por ello que se necesita que
sea a nivel nacional. A la vez, se exige que se base en información
antropométrica actual de los cuerpos argentinos, ya que se utilizan medidas de
otros países que están incluso fuera de América Latina.
AnyBody Argentina es una ONG que lucha contra la
"epidemia del odio corporal" y genera conciencia sobre la diversidad
de los cuerpos. En Noviembre del 2018 realizaron una encuesta que arrojó como
resultado que "el 70% de los argentinos tiene dificultades siempre o
frecuentemente para encontrar ropa adecuada a su medida". A la vez,
considerando que hay un estereotipo de belleza que ataca principalmente a las mujeres,
el resultado también indicó que "solamente el 5% de las argentinas están
conformes con su cuerpo". A esa construcción inalcanzable, a la mirada de
la sociedad, a la autocosificación que se realiza uno mismo por no estar
cumpliendo esas expectativas, tenemos un sistema de talles que recuerda que no
encajas en esa falsa realidad.
El parámetro "90-60-90" contaminó la industria de
la ropa y, todavía en este milenio, una gran parte de nuestra población se ve
afectada a la hora de realizar un acto tan simple como conseguir vestimenta. La
mayoría de los locales cuentan con un "talle único" para la mayoría
de sus productos o escalan como máximo hasta un talle 48 que lejos está de ser
realmente la medida correcta. Esto involucra no sólo a las grandes marcas que
deciden fabricarlo así, sino también a los pequeños comerciantes revendedores que
tampoco consiguen (o siquiera conocen) una tabla de talles que sea realmente
inclusiva.
Visibilizar la realidad de los cuerpos y dejar de demonizar
el sobrepeso y la altura no sólo implica demostrar que todo aquello es normal,
sino normalizar esas características también. Creer en un mundo
"90-60-90" es una realidad distorsionada, y crear ropa sólo para ese
mundo también lo es.
Es imperativo que la Industria de la Moda reconozca la diversidad de los cuerpos y acompañe la evolución sociocultural
que estamos viviendo, pero para ello será necesario que sea obligatorio y que
sea considerando las medidas antropométricas correctas de los argentinos y
latinos. Toda persona tiene el derecho de conseguir su talla en un local de
ropa y no ser discriminado por su peso o altura. La Ley de Talles continúa
siendo injustificadamente aplazada y sigue siendo otra de las deudas que el
Congreso tiene con la sociedad.
Por Nati Stanchi para Proyecto Pura Vida
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