En los años 90', la ONU estableció que el 25 de noviembre
sea reconocido en todo el mundo como el Día Internacional de la Eliminación de
la Violencia contra la Mujer. La fecha elegida es en conmemoración de las
hermanas Mirabal, también conocidas como Las Mariposas, quienes fueron
asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por marcar una fuerte oposición a la
dictadura de su país, República Dominicana.
Se puede afirmar sin lugar a duda que la sociedad de los
90’s en la que se implementó por primera vez este día es diferente a la de hoy.
Los movimientos feministas son cada día más fuertes y logran insertar la
perspectiva de género y la conciencia sobre la desigualdad entre ambos sexos en
todos los ámbitos de la vida. Sin embargo, y aunque el camino recorrido traiga
muchas victorias consigo, la desigualdad, la discriminación y la violencia que
sufren las mujeres en todo el mundo hace que siempre sea necesario
visibilizarla.
Es importante remarcar que se habla de violencia “de género”
cuando la víctima es violentada de forma intencional por su sexo o por su
identidad de género. Es decir, violentada por ser mujer. A la vez, resulta
central comprender que hablar de la “eliminación de la violencia contra la
mujer” es referirse a todo tipo de violencias. En el imaginario social muchas
veces se asocia únicamente con la violencia física, pero en realidad, es una
problemática multidimensional que ataca a todas las clases sociales y se
manifiesta de diferentes formas.
Se puede sufrir violencia física, sexual, psicológica,
económica, simbólica y social. Este tipo de violencias suelen permanecer en
segundo plano por requerir menos “urgencia”, pero al ser multidimensional, en
realidad todo se relaciona. Una mujer puede soportar una vida entera de
vulneraciones y discriminación por no saber identificar que es víctima de
violencia simbólica o psicológica, así como puede permanecer hasta su muerte en
un hogar donde es golpeada por depender económicamente del golpeador.
Muchas veces, lo que falta es poder identificar la
problemática. En el mundo hay 50,5 % de hombres y un 49,5 % mujeres (según la
CIA y las Naciones Unidas en 2019) y las mujeres son minoría en todos los ámbitos
profesionales y educativos. Esto se debe a la falta de oportunidades
equitativas y al famoso concepto del “techo de cristal”: un límite invisible
que impide el crecimiento social y profesional de las mujeres. En un día como
hoy vale recalcar que esto también es violencia. La disparidad salarial, el
trabajo doméstico no remunerado, la maternidad como destino impuesto, la
discriminación o la inseguridad de las calles que se triplica al ser mujer, son
vulneraciones que se viven todos los días y es necesario identificarlas y
nombrarlas para luego poder combatirlas.
Todo este tipo de violencias conforman una larga cadena de
eslabones, que se sufren por el hecho de ser mujer (y ahí yace el diferencial
que hace que sea "de género"). En el final de dicha cadena, está la
muerte. En agosto del 2019, El Observatorio de Femicidios del Defensor del
Pueblo de la Nación dio a conocer que en Argentina, muere una mujer cada 28
horas en manos de un varón violento. No se incluyen accidentes, ni robos, ni
choques de tránsito, solo se incluyen las muertes en manos de un hombre
violento que mata a una mujer por el hecho de ser mujer.
Resulta poco creíble que habiendo un asesinato de género
cada 28hs, haya que estar legitimando las luchas y pidiendo que se escuche el
reclamo. Si se habla de una larga cadena de eslabones, si se habla de una
problemática multidimensional, quiere decir que el primer paso a dar es atacar
a los primeros eslabones. El objetivo de este día no es solamente visibilizar
la violencia machista y el sistema patriarcal que asesina a las mujeres, sino
reclamar por políticas públicas que prevengan y combatan lo que hoy es una
realidad mortífera. Es imprescindible
que la perspectiva de género abarque todos los aspectos de la sociedad: en el
trabajo, en los hogares, en las relaciones, y sobre todo y fundamentalmente, en
los establecimientos educativos.
Es un buen punto de partida poder reconocer todos los tipos
de violencia de género y replantearse si alguna vez fueron parte o testigos, y
si así fuera, accionar en contra de eso. Lo que no se nombra, lo que no se
identifica, no existe, y eso es justamente lo que sucede con la violencia
contra la mujer: todavía está en las sombras y por eso necesita que el grito
sea fuerte y claro.
Por Nati Stanchi para Proyecto Pura Vida
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