#PirotecniaCero
Y casi en un abrir y cerrar de ojos, una vez más, llegaron
las fiestas. Mirás el reloj incansablemente para que no se hagan las doce sin
que te des cuenta. ¿Por qué será que sentimos esa magia en el estómago en las
vísperas de medianoche? Vas a brindar y a dar y recibir buenos deseos mientras
abrazas a tus seres queridos bajo un cielo cubierto de luces y estruendos. ¿Y
si ese sentimiento de vísperas de medianoche fuera miedo? Tal vez esos minutos
de alegría, en otro lugar, no tan lejano, representa una de las peores épocas
del año.
Del uso de la pirotecnia se desprenden tres consecuencias
que resultan dañinas para un otro. Por un lado, las personas con Trastorno del
Espectro Autista (TEA) sufren de manera desmedida debido a su capacidad
auditiva incrementada. Por otro lado, en los animales se genera un estrés y
sufrimiento similar, pudiéndolos llevar hasta la muerte. Por último, la
manipulación de fuegos sin ningún tipo de control o experiencia genera
centenares de heridos, y entre ellos, la mayoría son menores.
Las personas con TEA perciben los estruendos como
catástrofes, en especial los niños. Las crisis que les genera son difíciles de
controlar, pueden llevar a la autolesión y su ambiente personal se ve
extremadamente perturbado. Los especialistas aseguran que los fuegos
artificiales “desorganizan en exceso a los chicos con TEA” y que “reponerse del
estrés puede tardar todo el mes de enero”.
En los animales, sean domésticos o no, se produce algo
similar. Los grandes estruendos los alteran de maneras poco predecibles, pueden
lastimarse a sí mismos e incluso escaparse de sus hogares. A la vez, el
padecimiento que les genera puede llegar a ser letal. Fabian Zanini, médico
veterinario rural, dialogó con Proyecto Pura Vida y explicó que: “la situación
de alto estrés puede llevar desde un trauma acústico hasta la muerte. Se
asustan mucho, tratan de esconderse o pueden volverse agresivos, no porque lo
sean, si no por lo que provoca la situación”.
Zanini sostuvo algunos consejos para quienes tengan mascotas
en su casa: “es sumamente importante la compañía del dueño. Recomiendo bajar
las luces de la habitación, probar música fuerte y no tratar al animal como una
víctima, no debe percibir que hay peligro, debe sentirse acompañado”.
La tradición de usar fuegos artificiales para los festejos
de fin de año es muy antigua, y justamente por dicha antigüedad, cuesta que nos
despeguemos de ella. Es difícil entender por qué algo que cada año repetimos,
hoy deba cambiarse. Sin embargo, con el paso del tiempo, son innumerables la
cantidad de actitudes, tradiciones, expresiones y formas que cambian. Eso, se
llama evolución: respeto, conciencia e inclusión.
Por Natalia Stanchi para Proyecto Pura Vida
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