De acuerdo con la Organización Mundial del Turismo OMT, “la
accesibilidad a todas las instalaciones, productos y servicios turísticos
debería ser un componente esencial de cualquier política de turismo responsable
y sostenible”. Ahora, como implementarlo a nivel país, provincia, localidad e
incluso a nivel del establecimiento comercial? Es un todo un desafío porque
venimos de un modelo de desarrollo y de negocios masivo que en su mayoría ha
ignorado temas como sustentabilidad, inclusión, impacto social, ambiental y
cultural.
Gracias a la diversificación de paradigmas promovida en un
alto porcentaje por activistas y organizaciones sociales que trabajan por los
derechos de las personas con discapacidad; la mirada de productores,
empresarios y consumidores se está transformando y, muchas voces que solían
estar invisibilizadas, cobran protagonismo, voz y voto. En este marco, pensar
un hotel con ascensores espaciosos para sillas de ruedas o playas con rampas de
acceso para personas con diversidad funcional, dejó de ser un imposible para,
poco a poco, ir instalándose en los modelos de desarrollo turístico.
Cómo es el panorama en Argentina? Hay varias iniciativas que
se están gestando, resaltamos la labor de la Red de Turismo Accesible Argentina
que justamente hoy, 5 de diciembre, participa activamente en el Plenario
Nacional de #TurismoAccesible en el Congreso Nacional en la Ciudad de Buenos
Aires. Las temáticas del plenario abordan áreas como las normativas, adaptación
de infraestructura, marketing turístico, formación de profesionales y
financiamiento para PYMES. Temas bastante amplios que deben ser gestionados e
implementados a fondo, desde diversos sectores de la sociedad.
Villa Gesell, localidad en la costa atlántica argentina con
una importante actividad turística, ha tomado la bandera del turismo accesible
desarrollando acciones muy interesantes. El Balneario Noctiluca ha implementado varias directrices
de accesibilidad: baños y duchas adaptadas, menú en braile, sillas anfibias con
flotadores para poder meterse al mar y accesos con rampas, entre otros
servicios. Pensado todo para el bienestar de las personas con discapacidad y
sus familias que se acercan a disfrutar un día de playa.
Hay mucho camino por recorrer y si vemos los avances en
otras latitudes como Nueva Zelanda con el desarrollo del movimiento Be Accesible (Ser Accesible) que tiene una aproximación funcional y holística
sobre la actividad turística adaptada a lo largo y ancho del país; nos queda
claro que estamos en una etapa inicial pero no por eso hay que bajar los brazos
y olvidar el tema.
Por Martha Lucía Soto para Proyecto Pura Vida
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