viernes, 29 de diciembre de 2017

Uno más de la familia





Algunos de los compañeros más importantes con los que nos encontramos en la vida tienen cuatro patas. Son parte de nuestra familia; no existe quien se atreva a argumentar lo contrario. Con sus collares de colores y chapitas de metal que tintinean, nos reciben en la puerta de casa moviendo la cola o maullando suavemente cuando regresamos después de días cargados de vaya uno a saber qué o cuántas cosas. El amor que nos dan es incondicional y desinteresado: no esperan nada a cambio. Y sin embargo- aunque ellos no lo sepan- nuestra deuda con ellos es inmensa. Sospecho que, aún si lo supieran, es una deuda que jamás querrían cobrar. Para nuestras mascotas está todo pago. El amor que les damos es para ellos un regalo inesperado y maravilloso que abren a diario con el mismo entusiasmo que la primera vez, una y otra vez.

¿Qué pasa cuando por un motivo u otro se ausentan? Es como si un pedacito de nuestro hogar se viniera abajo. La casa queda desbalanceada. Falta algo. Es como si un pedazo de nuestro corazón estuviera allí afuera, pero no sabemos dónde. No sabemos si va a volver. Duele no tenerlo, y es imposible de remplazar. ¿Cómo hacemos para que nos vuelva a crecer un pedazo de corazón? No se puede. Así se siente perder una mascota: no escuchamos sus pasos apresurados acercándose a la puerta para recibirnos cuando escuchan la llave girar en la cerradura, o el tintinear de la chapita de metal que cuelga de sus collares y se sacude de un lado al otro con su andar. Se escucha el latir de ese corazón incompleto lleno de incertidumbre y desesperación, nervios, ansiedad, quizá hasta culpa o enojo.


No estamos solos

Pero también se escuchan otras cosas. Rara vez escuchamos silencio en estas situaciones. Otros miembros de la familia y nuestros amigos extienden la mano para ofrecer ayuda. Se escucha su apoyo cuando se suman a la que será, sin lugar a dudas, la búsqueda de nuestras vidas. Se suman muchos otros. Otros que no conocíamos antes, que quizá nunca veremos en persona, pero que desde las redes sociales muestran su apoyo, su colaboración, su solidaridad y buena voluntad. Comparten datos, distribuyen panfletos, nos preguntan si hay novedades. Hacen de esa búsqueda la de ellos. Es una mascota que jamás han acariciado o llevado a pasear, pero se preocupan por ella y sueñan el esperado reencuentro tanto como nosotros. Quizá porque entienden lo que es perder un pedazo de corazón porque lo han vivido en carne propia. Quizá nunca les pasó, pero se imaginan el dolor que se atraviesa y brindan la contención que les gustaría hallar si en el futuro les toca estar en los zapatos del que sale a recorrer las calles, las plazas, los barrios, cinta de papel y volantes en mano, bien aferrado a la esperanza de que el final feliz puede estar en el próximo mensaje, el próximo llamado, la próxima esquina.

La (mala) costumbre

En época de fiestas aumenta la cantidad de mascotas que- atemorizadas y aturdidas- huyen de su hogar a causa de la pirotecnia. “Lo que a vos te divierte a mi me asusta” es una frase que empezó a circular en las redes sociales hace algunos años y que, diciembre tras diciembre, se repite para concientizar acerca del uso de fuegos artificiales. El estruendo que el oído humano percibe es mucho menor que el que es captado por los oídos de los animales; su sistema auditivo es, después de todo, mucho más agudo que el nuestro en términos de alcance. La pirotecnia afecta también a adultos mayores, bebés y niños diagnosticados con trastornos como el del espectro autista. Y sin embargo, aún cuando se conoce el daño que hace a nuestras mascotas y a otros, la (mala) costumbre todavía se practica. 


El final feliz a veces está a un click de distancia

En las redes sociales hay grupos donde sus miembros comparten información sobre sus mascotas perdidas o, por el contrario, mascotas que encuentran deambulando por sus barrios. La idea es utilizar el poder de difusión de los tiempos tecnológicos que nos tocan: con un solo click, en un segundo, se genera una cadena de posteos compartidos que, con suerte, llegarán a los ojos de alguien que reconocerá a esa mascota cuando la cruce en la calle, con hambre y sed quizá, y llame a sus dueños para que puedan reencontrarse. En Navidad y Año Nuevo la cantidad de posteos es mayor. Familias a las que el brindis les deja un gusto amargo en la boca y que con el año que comienza emprenden la búsqueda de sus vidas publican las fotos de sus mascotas, sus amigos o miembros de los grupos de perdidos y encontrados lo comparten, y así empieza la cadena de viralización. Así empieza la cadena que puede llevar al desenlace feliz: el reencuentro, el posteo avisando que ya no falta uno en la casa.

La historia de una búsqueda desesperada en tiempo real

Fue gracias a las redes sociales que conocí la historia de Harry, que hoy me lleva a reflexionar sobre la importancia de la solidaridad con aquellos que no conocemos, que nunca vamos a conocer, y que sin embargo cuando vemos su búsqueda queremos hacerla también nuestra. No conozco a sus dueños, pero la circunstancia angustiante que están viviendo llegó hace dos semanas a la pantalla de mi celular. Como muchas familias en la misma situación, los dueños de Harry hicieron una página de facebook para difundir y recibir información que ayude a encontrarlo. Comencé por compartir cada posteo que aparecía, con letras mayúsculas enormes que se destacaban casi tanto como la angustia de Nacho y Magui, los dueños de Harry, que están inmersos ahora en lo que ellos llaman la búsqueda de sus vidas.

Me enteré así sobre él, sobre su historia. Nunca lo vi en persona, ni a él ni a su familia, pero siento que lo conozco. Tiene casi 3 años y fue rescatado por un grupo de protectores de animales del barrio de Caballito, personas que desinteresadamente ofrecen su tiempo y sus ganas para realizar trabajo voluntario en pos del bienestar de animales abandonados o maltratados que buscan un hogar. Harry encontró uno en la casa de Magui y Nacho, junto con sus hermanos gatos, Nino y Anibal. Tuvieron un gesto enorme de amor al adoptarlo como parte de su pequeña familia, y en 2015 Harry pasó la Navidad rodeado de su cariño y cuidados. 

Como sucede en muchos casos con animales que han sido abandonados en la calle, Harry era muy asustadizo y miedoso. Llevó algo de tiempo lograr que confiara en Nacho y Magui, pero con paciencia, perseverancia y amor lo lograron. “En estos 2 años logramos que cambiara mucho su temperamento y que confiara en nosotros, es como nuestro hijo. Lo llevamos a la escuela para adiestrarlo y sacarle los miedos”.

A mediados de diciembre de este año, el 16, Nacho y Magui dejaron a Harry en una guardería para ir a un viaje familiar. “El lunes 18 recibimos un mensaje: se había zafado de la correa en el primer paseo de la mañana, en las calles José Tamborini y Mariano Acha, en Urquiza. Muy asustado salió corriendo y enseguida le perdieron el rastro”.

Aún a la distancia, los amigos de la familia humana de Harry no tardaron en responder a los pedidos de ayuda: la difusión comenzó enseguida. Uno de esos posteos que yo vi de casualidad en facebook probablemente haya sido hecho por los amigos de Nacho y Magui. “Esa misma tarde hubo un aviso de que lo vieron en Parque Sarmiento, mandamos a toda mi familia y amigos, ahí lo vieron, pero no pudieron agarrarlo y se escondió”. Inmediatamente Magui y Nacho hicieron nuevamente los miles de kilómetros que los separaban de su casa. “Volvimos del viaje para buscarlo y no vamos a parar hasta encontrarlo”.

Desde ese día no volvieron a recibir datos, pero sí el apoyo inmenso de muchísimas personas que están buscando a Harry. Ese es el nombre del grupo de facebook que ya cuenta con más de 1000 integrantes comprometidos con la búsqueda de Nacho y Magui: en todos los barrios, en cada rincón de la ciudad, la gente comparte la publicación en las redes sociales, sale a las calles a pegar o repartir panfletos, se suma a los escuadrones de búsqueda conformados por la familia y amigos de Magui y Nacho para salir a recorrer Villa Urquiza, Agronomía, Chacarita, Almagro, Caballito, para tratar de dar con Harry.

Reciben a diario, minuto a minuto prácticamente, mensajes de ánimo de personas que, como yo, no los conocen, pero que entienden por lo que deben estar pasando. Preguntan todos los datos posibles (¿tiene collar y chapita identificatoria? Sí. ¿Tiene alguna marca característica? Sí, una cicatriz redonda y muy visible arriba del muslo), imprimen carteles y salen a repartirlos, etiquetan amigos o conocidos pidiendo que se sumen a la búsqueda. Harry, un perro rescatado de tamaño mediano, con cada segundo que pasa despierta más y más amor y compromiso en muchísima gente. El mismo amor y compromiso que tienen por y con él su familia humana, que desde hace casi quince días se mueve por todas las zonas posibles tratando de llegar a la mayor cantidad de ojos para que quien se cruce a Harry lo reconozca y lo ayude a volver a casa.

La familia humana de Harry esta en la calle. Llevan adelante la búsqueda de sus vidas. Y no están solos. De repente, es como si Harry tuviera muchísimos otros familiares desperdigados por toda la ciudad, y nosotros también lo estamos buscando. 




¿Qué hacer si encontramos un animal perdido o abandonado?

  • Acercarse despacio y desde atrás para no asustarlo y provocar que salga corriendo.
  • Si es posible, ofrecerle agua o comida. 
  • Revisar si tiene chapita identificatoria con datos de contacto y, si es así, comunicarse con su familia.
  • Si tiene heridas visibles o se lo nota enfermo, de ser posible llevarlo a una veterinaria. ¡Es un gesto de amor que puede salvarle la vida!
  • Si cuentan con el espacio y los medios necesarios en sus hogares, darle tránsito mientras se difunden su fotografía, rasgos característicos e información general (dónde y cuándo fue encontrado, por ejemplo, especificando horarios, calles y zona). Hay muchos grupos de facebook donde se comparten las búsquedas de mascotas, y algunos incluso pertenecen a barrios o comunas específicas. ¡Quizá su familia esté buscándolo en uno de esos grupos! Si es un animal abandonado, pueden darle tránsito hasta encontrar una familia para adopción responsable o contactarse con alguna agrupación protectora de animales que pueda darle tránsito y hallar a un adoptante.

¿Cómo puedo ayudar a las mascotas en situación de calle?

  • Colocando todos los días un bebedero con agua limpia y fresca en la puerta de tu casa (un recipiente de plástico, como los que se usan para el helado por ejemplo, puede servir). Hace mucho calor y los animales sufren mucho. Un bebedero por cuadra es un granito de arena para ayudarlos a no tener sed.
  • Comunicándote con asociaciones protectoras de animales o refugios cuando ves una mascota en la calle. ¡Ellos pueden encontrar un hogar de tránsito y un adoptante responsable!

¿Qué más puedo hacer para participar activamente de la búsqueda de una mascota?
  • Compartir los panfletos con la foto e información en redes sociales y con tus amigos y conocidos. Nunca se sabe cuál de ellos puede ser el que se cruce con ese perro o gato, lo reconozca y lo ayude a regresar a su hogar. ¿Y si nuestra jefa, nuestra prima, nuestro vecino, nuestra compañera de trabajo, nuestro mejor amigo es el próximo en verlo? La difusión es fundamental y no toma más que un segundo. 
  • Imprimir varias copias de los panfletos y pegarlas por las calles de tu barrio, entregarlas en comercios y preguntar si pueden repartir un par a sus clientes o pegar una en la vidriera. No importa si la mascota se perdió en otra zona: cuando están solos y asustados corren muy rápido. Por más alejado que esté tu barrio de las calles donde se perdió, ¡la mascota podría ser encontrada ahí!

Por último, reflexionemos sobre las malas costumbres que todavía afligen a los integrantes de nuestra sociedad. La pirotecnia utilizada para festejar en Navidad, en Año Nuevo o en el marco de otras celebraciones daña muchísimo a nuestras mascotas. Nadie debería divertirse a costa del dolor de otros. Si has utilizado o estás pensando en utilizar pirotecnia este domingo a la medianoche, por favor no lo hagas. Empezá el año pensando en los demás y en cómo las acciones individuales que parecen sencillas para algunos significan un problema para otros. Elegir no participar de la pirotecnia es una forma de cuidar a nuestras mascotas y a las de los demás. Así como nunca sabemos si uno de nuestros amigos será el que reconozca a un animal perdido y lo devuelva a su hogar, tampoco sabemos si ese fuego artificial que brilló por escasos segundos sobre nuestras cabezas no se convertirá en el responsable de que a una familia se le escape un pedacito de su corazón.



Por Daiana Vaquero Vega para Proyecto Pura Vida

6 comentarios:

  1. Muy interesante y emotiva la nota. Realmente llega al corazón estás palabras. Felicitaciones por el trabajo que realizan

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  2. Excelente nota! Bien Daiana!!!

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  3. Excelente nota y emotiva.

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  4. Espectacular! Muy bien escrita.

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  5. Excelente nota, gracias por compartirla. En un mundo tan convulsionado siempre hay gente solidaria como vos y todos los amigos de Maga y Nacho que ayudan a encontrar a nuestros amores perros.

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  6. Aparecio Harry. El perro de la nota. Gracias por ayudar a difundir

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