#Inclusion
El 19 de septiembre se celebró el Día de las Personas Sordas
en Argentina, conmemorando la creación del primer instituto nacional para
personas sordas, la Escuela Bartolomé Ayrolo, en 1885. Este día fue fuertemente
invisibilizado por la sociedad: no se habló en redes sociales de la misma forma
que se habla del Día del Niño o el Día de la Madre o Padre, ni tampoco se
discutió el por qué de ese día.
Pero aunque la mayoría de las veces no se reconozca, su
difusión crece cada vez más. Esto se debe principalmente a organizaciones como
la CAS (Confederación Argentina de Sordos). Fundada en 1957, la confederación
tiene como objetivo mejorar la calidad de vida de las personas sordas y, a la
vez, preservar, proteger y promover los derechos humanos, civiles y lingüísticos.
Ellos nos plantean una nueva forma de ver a la pérdida auditiva. Primero, cuestionándonos si es una discapacidad: “La discapacidad es un término por el que se da a entender una consecuencia de la deficiencia física o mental en una persona. Ahora, la ausencia de audición, ¿es una deficiencia? ¿es realmente una discapacidad hablar otro lenguaje? A un extranjero no se le considera discapacitado por el simple hecho de no conocer un idioma que no le es propio”.
La discapacidad no está en las personas sordas, sino que
está en el entorno que construye barreras en la comunicación con las personas
“oyentes”. “Ahí radica el problema, porque conviven (o chocan) dos culturas y
lenguas distintas”, nos explican.
La dificultad reside, entonces, en la comunicación y en el
trato. Las personas sordas (tanto las usuarias de la Lengua de Señas Argentina
como las que utilizan la oralidad) no sólo no tienen acceso a información en su
idioma, sino que también se ven excluidos en distintos ámbitos.
El Estado no se encuentra presente: “no hay acceso a
subtitulados y espacios destinados a intérpretes en canales abiertos ni a los
servicios de interpretación en los organismos públicos del Estado, así como
tampoco en los ámbitos laborales”.
Entonces, ¿Cómo mejoramos esta realidad? Desde la CAS nos
plantean dos acciones: primero, que el propio Estado escuche el reclamo de la
comunidad sorda para que la Lengua de Señas Argentina sea tenida en cuenta en
diversos aspectos de la vida. Y segundo, un panorama más asociado a la
solidaridad y la disposición a aprender: “Necesitamos más concientización y
difusión. Más información y acción. Necesitamos herramientas más potentes para
empoderarnos a la vez y así poder acaparar los medios masivos a nuestro alcance
y hacer presencia a través de nuestras acciones, ya que somos las propias personas
las conocedoras de nuestra realidad y por ende, sabemos bajo qué condiciones
podemos llevar una vida digna y equitativa”.
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