Desde 1975, por una resolución de la ONU, el 8 de Marzo es
conocido por ser el Día Internacional de la Mujer, conmemorando y celebrando su
lucha por la inclusión, la igualdad con el hombre y con la sociedad.
El fin del siglo XIX se caracterizó por un mundo
industrializado que traía un auge de ideologías radicales. En 1857, una fábrica
textil de Nueva York fue el escenario de la primera protesta organizada por
mujeres, quienes se levantaron en contra de los salarios bajos y las inhumanas
condiciones laborales. Apenas dos años más tarde, las mismas protagonistas
conformaron un sindicato para protegerse. Aquello fue tan sólo el comienzo de
una revolución insaciable que logró los
derechos e igualdades que hoy existen. Sin embargo, todavía falta más.
La historia que comenzó en aquellas calles neoyorquinas se
caracterizó por el nuevo rol que el género femenino asumió, tomando valor para
pelear contra las injusticias fundamentadas por una cuestión de género. A partir de aquel momento, el
paso de los años intensificó los levantamientos y dejó ver que la igualdad no
era inalcanzable si las fuerzas femeninas se unían.
Este año no es la excepción. Las calles se tiñen de negro y
la conmemoración, una vez más, es insurrección y protesta. En Argentina se
alzan las banderas de #MujeresenHuelga #NiUnaMenos #VivasNosQueremos y se grita contra la violencia de género y
las desigualdades latentes, explicitas y simbólicas que viven hoy las mujeres. A lo largo y a lo
ancho de país, el día de la mujer se vive con ímpetu y con esperanza
de seguir avanzando.
Todo aquello que las mujeres, y también los hombres, hoy
asumen como realidad y derecho, es porque hace años atrás otros pelearon para
conseguirlo. Las masas unidas fueron y serán la revolución que triunfe y los
protagonistas de esta generación son los que pueden estar en la historia
mañana.
Por Nati Stanchi para Proyecto Pura Vida
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