Hoy el mundo se ve afectado por un sinfín de conflictos que
nos perjudican a todos, en mayor o menor medida. En general, los causantes del
malestar se identifican como desastres naturales, atentados, secuestros, crisis
económicas, hambrunas o enfermedades, entre otros. Pareciera que todo lo
conocido como bueno está a punto a de desaparecer. ¿Qué podemos hacer para
cambiar el panorama?
En cada problema siempre hay una cuestión de fondo, a la que
nuestra sociedad tiende a dejar de lado para solucionar lo urgente. Por
ejemplo, si se produce una inundación, solemos ser solidarios y enviamos
donaciones de ropa, alimentos y otros elementos necesarios. Pero ocasionalmente
nos preguntamos por qué sucedió.
Prestar tu mano en cuestiones urgentes es importante; no
pienses lo contrario. La ayuda que puedas y sepas dar vale mucho. El punto al
que busco llegar es otro. Ayudar a
solucionar las cuestiones de fondo requiere, en las personas que se
comprometen, de valores como amor al prójimo, respeto y empatía. ¿Cómo llegar a
ese lugar?
Para poner en práctica estas cualidades se puede empezar con
algo que, en apariencia se ve pequeño, pero al final del día hace la
diferencia. Antes de ayudar a una ONG, un comedor o el lugar que elijas para
llevar a cabo el bien, es bueno primero mirar para adentro y pensar en los que
están más cerca.
Es decir, las actitudes que tomamos frente a los problemas
de nuestros familiares y amigos, e incluso propios, no deberían estar
desconectadas de lo que hacemos para el afuera. Si somos capaces de abandonar
el egoísmo y transformarlo en acción para nuestros seres queridos, seguramente
podamos empezar a ser más empáticos con otro tipo de cuestiones que afectan al
planeta.
"De acuerdo con distintas mediciones realizadas por
TNS Gallup en los últimos años, el 19% de los argentinos realiza tareas
voluntarias (…)", señalaron en una nota publicada en La Nación, con
estadísticas del año 2009. Otro estudio, realizado por la misma
consultora, señaló: "Un 15% de
argentinos declara haber realizado trabajos voluntarios durante el
2012".
Números como estos suelen tener variaciones acordes al
momento que viva el país. Sin embargo, el hecho que exista un porcentaje tan
bajo de voluntarios podría hablarnos de algo más. Pareciera que la cuestión de
fondo pasara, en verdad, por una falta de compromiso real con nuestros valores
y los otros. Si no podemos comprometernos con nosotros, nuestros padres,
hermanos o abuelos, ¿cómo vamos a hacerlo con desconocidos?
El primer paso para ayudar va más allá de las intenciones.
Para ayudar es preciso contar con un estilo de vida que refleje el carácter.
Por ejemplo, si somos voluntarios de una organización que se dedica a
investigar enfermedades respiratorias y al mismo tiempo, en nuestra vida
privada, somos fumadores, ¿qué tipo ejemplo estamos mostrando? ¿Qué ayuda real
estamos proporcionando?
Si querés ayudar, involúcrate con los que te rodean y luego
hacelo con todos los que se crucen en tu vida. Si decidís ser voluntario en una
organización que busca hacer el bien, da el ejemplo en tu vida privada también.
Fortalecer tus valores puede ayudar, quizás, a que seas más consciente de la
causa del dolor constante que aqueja a la humanidad.
Hacer por mostrar que hacemos, no nos lleva a reflexionar o
criticar nuestro ambiente ni tampoco a modificarlo. Sólo lleva a alimentar un
sistema de solidaridad ocasional.
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