martes, 24 de enero de 2017

¡Tiempo de Jugar!

A la escondida, a las cocinitas, a la play, a la pelota… a lo que sea, pero es tiempo de Jugar. Jugar es un derecho garantizado por la Declaración de los Derechos del Niño (1959). Y para los padres jugar debe ser una necesidad. El juego en los niños y niñas es fundamental para su desarrollo integral, es su actividad principal y preferida. El juego los estimula, los motiva, los interpela, los divierte, los hace partícipes, los hace felices.

La importancia de lo lúdico no se reduce únicamente a la diversión y al entretenimiento. El juego sobre todo enseña, socializa, construye un conocimiento del mundo para el niño, lo hace crecer, ejercita su imaginación, le permite construir su subjetividad, le da confianza y autoestima. Si todo este proceso de aprendizaje y exploración está acompañado por los padres y la familia el resultado será mucho más enriquecedor y placentero para ambos.

Los chicos a veces juagan solos y a veces con otros chicos, así transitan su tiempo. Para
algunos adultos, el tiempo es otra cosa: trabajo, estudio, dinero, etc. En el mundo moderno, el tiempo de los adultos escasea. La mayoría consideran el juego como una “pérdida de tiempo” y olvidan lo agradable y saludable que podría ser tanto a nivel físico como emocional.

Es necesario recuperar un tiempo de jugar en medio de la vorágine cotidiana. Generarnos ese tiempo es compartir con nuestros hijxs, sobrinxs, nietxs y ahijadxs  momentos centrales en su desarrollo. Hablarles, sonreírles, acariciarlos, ayudarlos y acompañar el proceso de conocer el mundo a través del juego es sumamente importante. Hacerlo es tan crucial como ocuparnos de su alimentación y salud.

Numerosas investigaciones psicológicas y pedagógicas demuestran que cuando los niños juegan con sus padres son más felices, al tiempo que fortalecen el vínculo con ellos. Observarlos mientras juegan nos permite conocer mucho acerca de ellos. Ser partícipes de esos momentos significa poder aportar aspectos valiosos a su desarrollo: enseñarles valores, formas de comportarse, ser más tolerantes, mejorar la comunicación y la comprensión, lo cual potencia el aprendizaje espontáneo del niño. Tanto es así que cuando un niño no juega nos llama la atención e, inmediatamente, interpretamos que algo le sucede.

Está claro que, para los adultos, no siempre es fácil propiciar este tiempo de jugar con los niñxs, pero con sólo media hora diaria es suficiente para empezar. Desde Proyecto Pura Vida alentamos y celebramos que los padres se puedan tomar un tiempo para jugar con sus hijos. No sólo será divertido, didáctico y pedagógico para los más pequeños sino también para nosotros.


Por Marisabel Señoraniz Buezo para Proyecto Pura Vida

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